
Los cambios no aportaron nada nuevo. Duda, que acabó haciendo una buena segunda parte, entró por un errático Eliseu. Hombre por hombre, pero fallaba el sistema, no el jugador (que también). Van Nistelrooy ocupó el puesto de Seba. Correcto. Más remate, más gol. El último fue Buonanotte por Monreal. Hasta entonces, el Málaga se enfrentaba 2 x 2 ó 2 x 3 al Betis en el sector izquierdo. Con la salida del argentino podrían ser 3 x 2 ó 3 x 3. Con Demichelis, Mathijsen y Weligton y el Betis sin intentar contragolpear parecía indicado que fuera uno de los centrales. Cualquiera. Podríamos suponer que el holandés por su menor velocidad que el resto, pero fue el lateral y el Málaga, que insistió por este sector se encontró con una enorme superioridad posicional del Betis. Menos presencia. Infranqueable Betis.
No coincidieron tres pases felices, a pesar de que en los primeros compases el Betis, con dos desubicados Beñat y Cañas, lo permitió. Isco se ofreció, participó. Pero no encontró asociación (¡salvo con Gámez!) y se difuminó a la par que Mel rectificó el centro del campo. Cazorla estuvo lejos del balón, desubicado. Y Rondón solo estuvo en el área para rematar. Y no marcó. No ayudó con desmarques de apoyo, no ofreció balón de cara y el Málaga, recientemente, había disfrutado de ello.
Un Málaga estático, parado, que dominó sin verticalidad, sin alegría. Con algunos minutos de bonanza que no se tradujeron en goles. La sensación de posesión hace que parezca un accidente. Posesiones insignificantes traducidas en sesiones de estatismo.
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